Nadie se dio cuenta
![]() |
Cuando el apego pasa de ser evitativo a ansioso |
Imagina experimentar con algo nuevo, como una receta que preparas con cuidado, y que nadie note el resultado.
Retomar conversaciones podría ser mi pasatiempo favorito. Admito que soy rencoroso cuando alguien me deja de hablar. Pero esta vez fue diferente. Tres años diferente. Y, aun así, nadie se dio cuenta.
Conectar siempre ha sido un arte que cultivo con dedicación. Podría ser feliz creando vínculos auténticos, de esos que fluyen solos cuando compartes tu día a día con alguien. Aunque, en el fondo, nadie lo note.
Mis emociones son mi defecto más colosal. Son las mismas que desbalancean mi vida cuando no hay correspondencia. Me pasa con todos: familia, amigos o pareja (cuando la tuve, aunque nunca se diera cuenta).
Las distancias son mi refugio. El contacto cero, mi escudo. Anulo emociones, corto conexiones y abandono conversaciones sin que nadie lo advierta.
El experimento falló. Se quemó la receta. Nadie se dio cuenta, porque en esa cocina había dos personas que se fueron sin mirar atrás, dejando la hornilla encendida.